domingo, 4 de noviembre de 2007

El Hombre en la luna



Es domingo en la noche y acabo de colgarle el teléfono a una persona que sin querer, o queriendo, esta entrando en mi vida. No creo que sea el amor, pero estoy seguro que es un substituto entretenido. Tal vez por eso termino haciendo por él, cosas que no hubiera hecho antes de ninguna manera. Me considero un afortunado, tengo un trabajo que me gusta, amigos fieles, salud y una familia lo suficientemente disfuncional para ser no ser patética y lo necesariamente tolerante para ser divertida. Soy independiente y lo disfruto. Habiendo llegado a los treinta creo que he cumplido la lista de requerimientos lo suficiente, soy mas seguro de mi mismo que antes y aunque eso ha creado ciertos antagonismos, en verdad no me importa. Creo tener lo suficientes cadáveres en mi closet como para no darle importancia a cosas que no la tienen, aprendí a elegir mis batallas y decir: Te quiero, en voz alta y sin miedo al rechazo. Y pesar de todo eso siempre me falta algo, pero supongo que es parte de nuestra naturaleza.
Hace tiempo me llego una lista de cosas que hay que hacer antes de los treinta y como yo ya plante mi árbol, escribí mi libro, no tuve hijos y tampoco quiero, dormí con los dos géneros, juntos y separados, robe, huí, me pescaron y aquí estoy, vivito y coleando, por no decir otra cosa, creo en verdad que no se podría hacer mas. Las cosas de las que me arrepiento ya no las puedo cambiar y me enseñaron mucho. Se lo que es no tener que comer ni donde dormir, o al menos tener la sensación certera de que eso va a suceder, tal vez por ello no me perturban las huevadas diarias de los demás, excepto las injusticias, las intolerancias y los tonos condescendientes. Siempre fui contestatario, uno bien político, pero contestatario al fin, tal vez por eso me llevo bien con todo el mundo, aunque contradictoriamente eso puede ser un problema también.
Habiendo dicho todo eso, me es inevitable preguntarme: ¿Hay algo más? ¿Qué sucede o qué debemos hacer entonces, para sobrellevar lo que Zoe Valdez llama: La nada cotidiana? Cuando me psicoanalizaba aprendí a mirarme en el espejo y aceptarme, pero también a preguntarme a donde voy. Si al amor es complicado para mi, si lo laboral esta en el camino correcto ¿Por qué vivo esperando la salida o tengo el terrible miedo de voltear en la curva incorrecta? Ya no es solo lo que me falta, es el completo desconocimiento de lo que eso significa. A los veinte se trataba de tener el mejor sexo, hoy de si en verdad quiero seguir abrazado a esa persona o si lo que quiero, es en verdad lo que necesito. Puede ser que todo este planteamiento sea de alguien que se desconecta y se va a vivir a la luna ¿Pero no lo hacemos todos antes de dormir o cada mañana al levantarnos?