martes, 11 de agosto de 2009

Besame mucho

Este fin de semana he besado a cuatro personas diferentes y solo por el gusto de hacerlo. No son ni serán importantes para mí. Solo estaban allí buscando lo mismo que yo. No se si afecto o descarga sexual, pero si se que es intrascendente. Cuando ha llegado alguien a mi vida que en verdad me importa casi nunca lo he besado en la primera cita o en el primer baile. No, me gusta ponerle un poco mas de trabajo al asunto. También por supuesto me he topado con personas que me dijeron que no, que no besaban a la primera, y por supuesto como código básico de las leyes de la atracción, inmediatamente terminaba interesándome mas, hasta que lo conseguía.
Sabina dice que es mentira que sepan a vinagre los besos sin amor, y es verdad. Pero también es cierto que aun hay personas (pocas) que pueden tener sexo al paso, pero no besan al paso, como si consideraran el beso algo mas intimo que el sexo, creo que he aplicado esa regla cuando he tenido que apagar a luz. Pero respeto esa opción, como si se sintiera mas como un intercambio fisiológico para liberar stress que una noche de pasión.
A veces me pongo a pensar si el beso no ha perdido un poco su valor si hemos (algunos) abusado de él y termina perdiendo su magia. Como si se pareciera menos a Scarlett O´hara y más a Samantha Jones. No creo que tenga que ver con las personas, creo que tiene que ver con las situaciones. Con lo que sucede alrededor, el antes, el durante y el después. No recuerdo si el emo de dieciocho, el yuppie de veintiséis, el universitario de veinte o el x de edad innombrable besaba mejor. Pero si recuerdo perfectamente cuando bese a esa persona por primera vez y también recuerdo el beso mas intenso que me han dado y que he dado, de esos que servirían para encontrar yacimientos petrolíferos de tan profundos.
Es divertido besar o agarrar que creo es la definición correcta para lo que hago los sábados en la noche. Pero también uno siente que no pasa nada, que no es importante. Que la vida tiene que ser algo más que eso. No estoy buscando un beso Hollywood que lo detenga todo sino mas bien un piquito intimo, abrazado a alguien un domingo por la tarde mientras vemos “Desayuno en Tiffanys”.

Todo sobre mi madre

Ayer mientras miraba por segunda ves la película de Almodóvar cuyo titulo he copiado para este articulo, no pude mas que emocionarme de vuelta con esa escena aterradora donde solo el llanto de desesperación y terror de Cecilia Roth te parte el alma aunque no seas madre, y sobre todo si como yo no eres últimamente un buen hijo. Mi madre alguien a quien veo mucho menos de lo que quisiera y debería, me enseño muchas cosas y últimamente he puesto en practica muy pocas de ellas. La vida me ha llevado el ultimo año por caminos equivocados y bastantes ingratos pero como suele suceder me di cuenta cuando todo se caía sobre mi. He confiado en pocas personas y confío en pocas cosas, pero su voz al otro lado del teléfono con ese tono de amor impagable e inquebrantable aun me da fuerzas. Mi madre tiene la cualidad de ser inoportuna como muchas madres en el mundo, pero me conoce demasiado y sabe hasta donde preguntar o la sutileza de decir como quien no quiere la cosa, que me cuide, que no haga locuras que todo saldrá bien. Me rompe el corazón cuando me dice que soy un buen hijo, porque últimamente no me considero tal, pero también me deja regañarla cuando se gasta la plata del alquiler en los tragamonedas o comprándoles a sus nietos alguna cosas innecesarias pero que se pagan con un abrazo gordo.
La he visto, desde lejos, luchar contra el cáncer y ahora con el párkinson pero aun así sale a trabajar porque nunca le gusto depender de nadie. Es terca y metiche como pocas, da su opinión cuando no se la piden (ya se de donde me sale) y siempre encuentra una segunda mala intención en todo, aunque en eso no se equivoque tampoco. Confía en muy pocas personas y tiene ojo clínico para los hipócritas, tal vez por ello fue la única persona que me dijo solo con hablar cinco minutos una sola vez y por teléfono que de quien me estaba enamorando no me convenía y también fue ella quien me dijo que la amistad de Milagros seria invaluable.
Extraño amanecer en su casa, que me prepare el desayuno con ese amor que solo las madres tienen, que haga el café exactamente como me gusta, con el agua sin hervir, que me compre facturas y me cocine ñoquis, que me mire mientras como, mientras le cuento algo incluso mientras leo el periódico, que me mire con amor. Extraño nuestros reencuentros en el aeropuerto donde grita ¡HIJO MIO¡ ni bien me ve salir y su mirada de tristeza cuando me voy. Extraño abrazarla porque eso siempre me recarga las baterías del alma. Pero por sobretodo extraño caminar con ella por las calles de Buenos Aires hablando de todo, del chico que me gusta, de mi hermana y el pesado de su marido, de sus achaques, en fin, de todo eso que uno habla con su madre y aunque es tácito para mi se ha vuelto demasiado nostálgico. Se que este año debo comprar un pasaje de regreso, pero he cambiado mis prioridades demasiadas veces y dejado que me lleve la corriente, pero espero que este año no termine sin que me diga : ¿Qué haces boludo?, ¡hazle caso a tu madre!.