miércoles, 4 de noviembre de 2009

¿Donde estas amor de mi vida que no te puedo encontrar?

Después de cumplir treintidos años, y habiendo sobrevivido (literalmente) aun de los peores momentos de mi vida. Empecé a pensar que tengo ganas de enamorarme, pero como en otras cosas, soy mi peor enemigo. Me refiero a casi siempre elijo a personas que no son convenientes para mi. He aprendido además, a punta de golpes, que todo se basa en reciprocidad y que debo buscar, o encontrar, que no es lo mismo, a personas que estén dispuestas a dar y recibir lo mismo que yo. Lo cual es muy difícil. Siempre he sostenido que en una relación hay uno que besa y otro que se deja besar, es tal vez por ello que siempre me conforme con ser el que besa, pero ya no. Ahora quiero lo que los marketeros llaman: El valor agregado, quiero ese plus. Hace poco hablaba en la madrugada, que es la hora donde la gente (sobria o ebria) suele ser mas sincera, con Carlos sobre el por qué no tenemos suerte en el amor, de por qué nos enamorábamos o ilusionábamos de las personas incorrectas. Ambos seguimos cometiendo el mismo error una y otra vez, y vamos encontrando en el camino a lobos con piel de corderito. Como si lleváramos puesto un cartel que dice: “Si mientes eres bienvenido”. Tal vez lo mas contradictorio de esto es que ambos somos por lo general personas pragmáticas, cuando hay solo atracción física no nos hacemos problemas, diferenciamos muy bien el tener sexo de hacer el amor. No nos involucramos sentimentalmente, pero basta con que alguien se muestre dispuesto a dar un poco de amor o de atención con la promesa de algo mas real para que invirtamos todo nuestro tiempo y esfuerzo en hacer que funcione. Olvidando las innumerables advertencias de peligro a nuestro alrededor.
Es cierto que ni Carlos ni yo somos santos, y tampoco buscamos a gente que lo sea, es mas siempre ahuyento a los mojigatos, pero un poco de sinceridad y madurez siempre son bienvenidas. Siempre he oído que existe una persona para cada quien. Entonces me pregunto donde esta esa para mi. Después de haber conocido a tantas personas uno debería aprender a diferenciar a las posibilidades reales de los agarres de fin de semana, aunque al parecer esto es aun muy difícil. No niego que en el camino me he divertido bastante, pero ahora extraño llamar a alguien solo porque necesito oír su voz o que me busquen después del trabajo solo para ir a caminar.

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