Hace un tiempo una buena amiga, mujer
hermosa y extrañamente pragmática me dijo que siempre nos enamoramos de las
mismas personas, y aunque por su puesto estaba de acuerdo, también pensé que
era un poco exagerada o simplista la explicación, desde el punto de vista desde
donde lo quieras ver. Sí, es verdad siempre me enamoro (encapricho) del mismo
tipo de chico: bonito, delgado, algo culto o con bastante personalidad. Me
gusta salir con alguien que cause envidia, seguramente por algún trauma
psicológico auto infringido, no lo sé y tampoco me importa, yo lo disfruto y
punto. El problema es cuando te dejas llevar, cuando le pones expectativas a
una relación que ni siquiera es tal, ya me golpeado muchas veces, porque como
dice Nicomedes: a cocachos aprendí. Las cosas como son, cuando te llevas tantos
años de diferencia con tu saliente de turno, nunca, pero nunca, debes
imaginarlo como nuevo novio, de boytoy no debe ascender, sino la cosa se pone
complicada y de allí a noticia de ATV sobre un cabro mato a otro por celos no
hay mucha distancia. La cosa es así, si se parece a Justin Bieber sácalo a
pasear, mételo en tu cama, pero no a tu corazón. Esta lección como dije antes
me costó mucho aprenderla, pero finalmente lo logre. Creo. Lo malo ahora es que
como ando cerca,lamentablemente, de los cuarenta mi paciencia no es la misma.
No tengo ganas de charlar, de conocer, de
escuchar el drama de quien cree que no tener wifi es suficiente motivo
para un día miserable. Antes con tal de quitarles la ropa podía fingir que me
interesaba en lo difícil de sus clases, lo incomprensión de sus padres, o por
qué cree que será el próximo Lady Gaga y por supuesto no llega ni a Wendy
Sulca. En mi hoy y ahora, no tengo tiempo para eso, o vamos directo al grano o
no vamos.
Pero por supuesto, no sería yo si no
fuese contradictorio y por algún motivo me sucede que las personas se sienten
cómodas conmigo, y terminan contándome mucho sobre sus vidas y yo
intrínsecamente me convierto en un buen oyente, razón por la cual, termino
siendo el amigo Alfredo (FUCK!) y es entonces cuando te das cuenta que esta
generación confunde las cosas, es muy fácil llevárselos a la cama porque están
buscando desesperadamente algo de afecto, y aunque muchas veces, más de las que
me gustaría admitir, me he aprovechado de eso, también casi siempre he
terminado acariciándoles el pelo en vez de besarles la espalda. Si es cierto
que sigo buscando a mi perfecto Dorian Grey, pero esta generación no busca,
aunque no lo admitan o ni siquiera se den cuenta un Sugar daddy sino alguien
que les dé al menos una idea de lo que deben hacer. Muchas veces me he
sorprendido a mí mismo pensando en la discoteca, está bueno el chibolo, pero no
debería estar en su casa o con gente de su edad, no se está adelantando mucho,
creyendo que está en su momento,
cuando en realidad solo será el nuevo agarre del sábado de alguien como yo.
Esta bueno divertirse y añadir un punto más a tu lista, pero también es bueno
sentir, que como dice Fito Páez, estas con un enemigo a la altura del
conflicto.
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