Cada cierto tiempo y en la mayoría de los casos inconscientemente me
da por reinventarme, necesito cambiar las cosas, sino me aburro, aunque durante
el tiempo de la transición reniegue de ello, lo cierto es que el resultado por
lo general me gusta. Estoy pasando por ese momento ahora, me encuentro en una
especie de limbo, tratando de encontrar un norte nuevamente, pero como también me
sucede cada vez que vivo (sobrevivo) esta etapa, descubro cosas nuevas acerca
de mí y más que nada de mi entorno. Este año mi casa de siempre, mi hogar, ha
cambiado también, ya no se encuentra en ella mi Mama Rosa, la matriarca de la
familia y obviamente el centro neurálgico de la casa, ahora solo somos tres
hombres en ella: Bruce, Mañuco y yo. Somos muy distintos los tres, basta con
pasar por el dormitorio de cada uno y cada ver que canal tenemos en el TV,
Mañuco varía entre RPP noticias, Discovery Chanel y las carreras de la Formula
1, Bruce siempre ve el vóley, alguna serie de Sony y algún torneo de Tenis y yo
casi siempre lo tengo en E!, FoxLive y HBO (nunca deportes) cada uno tiene manías
diferentes y gustos diferentes, no solo los obvio.
Bruce es organizado y metódico, tiene muchos amigos y mucha vida
nocturna, su celular suena más que la central de reclamos de Ripley y sin
querer queriendo se convirtió en algo así como el jefe de la casa, aunque
tratamos de que no lo note, Bruce es un sobreviviente en muchos sentidos, nadie
estuvo más pendiente que él de mi abuela, nadie la lloro más y estoy seguro de
que nadie la extraña más que él, pero con esa inteligencia emocional que lo
caracteriza, llevo su pena y su luto lo justo y necesario como para continuar con
su vida después. Él es quien nos une y ya es casi una obligación que cocine los
domingos unos tallarines rojos con causa. Le cuesta mucho decir: Te quiero,
pero eso hace justamente que te haga sentir también cuando lo hace.
Mañuco se parece al malo en las películas de KungFu y alguno que otro
amigo (loca) me ha dicho que miedo tu tío, él es el macho alfa por antonomasia,
pero sabe como nadie adaptarse a los nuevos tiempos y siendo padre de dos
mujeres jóvenes y guapas es divertido viéndolo bajar la guardia y sentir ese
cariño que solo los padres tiene cuando le dice: Chinita a María Pía o trata de
entender su Smartphone para hablar con María Grazzia que ahora vive en Chile. Él
ha estado allí en todos los momentos en los que se le necesitaba y nadie tenía más
predisposición que él para ayudar. En todas mis crisis ha sido el padre ausente
y aun hoy siento que me puedo apoyar en él. Trabaja mucho para darles a las dos
Marias lo que necesitan y estoy seguro que ver a las dos mujeres hermosas e
inteligentes que ahora son lo hace sentir orgulloso.
Convivimos muy bien juntos, respetando los tiempos y los espacios de
cada uno. A ninguno nos gusta hablar por la mañanas, y coincidimos en la casa
solo para la hora de dormir, y a veces ni para eso, pero eso no significa que
no estemos pendientes el uno del otro. Tenemos un humor negro salvaje y cruel,
pero esconden bajo esas bromas unas llamadas de atención. No somos de
abrazarnos o sentarnos a cenar todos los días. Somos de frases como: ¡No sean
huevon ps! ¡Haz algo! Y ¡Que fea tu comida! ¡Al menos cocine carajo! Pero nos
mantenemos juntos para todo y hablamos siempre para ver cómo estamos, aunque
nuestras llamadas no duren más de veinte segundos. Me siento más acompañado que
nunca cuando estoy con ellos, aunque no estemos en la misma habitación, que estén
a un grito de distancia me da seguridad. No vamos a ir a bailar juntos, porque
solo Bruce sabe bailar, pero siempre estamos en la misma melodía.
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