lunes, 7 de enero de 2008

Adios mi concubino

Cuando mi amigo P. me dijo que tenía un problema y que me lo quería contar inmediata y personalmente, pensé que se trataba del HIV. P. dista mucho de ser un santo. Es promiscuo, sórdido, pero encantador. Por eso somos amigos, porque a ambos nos gusta el doble sentido, somos amorales. Él es más libre que yo, pero también más joven y eso hace que sus inhibiciones se pierdan, que sus ganas no estén detenidas por los innecesarios convencionalismos o la doble moral. P. vive su vida al máximo, es irresponsable, espontáneo y tal vez por ello, es una persona feliz. No tiene la necesidad de racionalizarlo todo, o de detenerse a averiguar si se encuentra en el camino correcto.
Me parece injusto lo que le pasa, pero supongo que el diablo siempre nos pasa la factura. No creo que sea un castigo, solo es una consecuencia. Es algo así como caerse del cielo y estamparse contra el cemento y no poder gritar de dolor, porque lo demás se darían cuenta. Por primera vez en su vida P. tiene que ser caleta y creo que eso es lo que mas le jode, conociéndolo y queriéndolo como lo hago se que estará bien, que llevara las cosas con una sonrisa en la cara y que los demás ni siquiera notaran la diferencia en él, pero sé también como lo deprime el hecho de que algo que no puede controlar, lo controle a él. Seria muy hipócrita de mi parte decir que no me preocupe por mí cuando me lo contó, que empecé a recordar todos nuestros momentos juntos, y aunque nunca estuvimos involucrados sexualmente; más por falta de oportunidad que de ganas, es inevitable el asustarse un poco. Pero eso no evito que sin pensarlo dos veces y mas preocupados por las miradas homofobicas que por cualquier tipo de contagio lo abrazara hasta el limite de mi fuerza y le diera un beso con carga de amor y sin pizca de condescendencia. Soy un ególatra, un individualista, pero me puedo jactar de estar allí para mis amigos cuando me necesitan. P. es importante para mi, porque siempre me gusto su conchudez, su forma de mirar a la cara diciendo cosas que ni la Rampolla, que se hubieran oído ordinarias en otra persona pero divertidas en él. Lo primero que le dije cuando me contó fue: Pucha…y ahora tengo todavía menos posibilidades de acostarme contigo y empezamos a reír, para ocultar de manera un poco torpe la pena de estar en esa situación. Esa es nuestra de relación, con él puedo decir lo que en verdad pienso, sin dorar la píldora o preocuparme por las susceptibilidades. Tal vez por eso me pidió que escribiera esto y no se me ocurrió mejor titulo que el de una película china que vimos juntos alguna vez. Es mi forma de decir que no me importa hacia donde vamos si no que podamos mirar a los ojos a todo el mundo mientras lo hacemos. P. nunca se oculto y eso le costo el desprecio de su propia familia, pero tenia la recompensa de sentirse libre y de vivir como se le daba la gana. Estoy seguro que todo finalmente saldrá bien y hasta habremos aprendido ciertas lecciones, no solo las obvias, pero por ahora estoy molesto con él por ser descuidado, pero por peder a un amigo, P. no es el mismo y no por arrepentimiento, sino porque por primera vez en su vida tiene miedo. Y yo lo unico que puedo decir es:¡¡PUTA MADRE!!.

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