lunes, 24 de octubre de 2016

Tropezar

Hace un tiempo mi buena amiga K me dijo luego de terminar un romance largo y tormentoso que ella supo exactamente el momento en el cual todo iba a cambiar. Él se había presentado solo como un amigo y había mostrado sus intenciones en dosis muy pequeñas, al principio K dudaba de si estaba realmente interesado o si era de esos pescadores eternos, pero poco a poco había dejado las cartas sobre la mesa y ya era indudable su intención de enamorarla. El problema era que él venía con mucha carga y K no estaba segura de si quería complicar su, hasta ese momento, pragmática existencia. Sin embargo como suele sucedernos a casi todos, necesitamos un poco de drama. Por eso cuando él le dijo un buen día que estaba en la puerta de su edificio esperándola ella supo que esa era el momento del cambio. Me dijo: Yo sabía que si bajaba y lo veía eso significa que no solo lo aceptaba a él, sino a todo lo que el traía, pero ya para ese momento estaba enamorada así que baje y acepte todo, el problema es que no sabía en realidad qué era todo. Por supuesto luego de un año de más penas que alegrías la relación término e involucro a policías, ambulancias y casi un titular rojo, y aunque ahora ella está felizmente casada con otra persona siempre me dice que tuvo que pasar por ello para valorar lo que venía después.
Hoy recibí en mi casa alguien a quien adoro con todo mi corazón, y algunas otras partes del cuerpo, cuya presencia siempre me ilumina. JP es indudablemente un tipo guapo, elegante, con personalidad, la clase de hombre que cualquier gay o chica quiere como novio, pero como nadie es inmune, también estaba atravesando por penas de amor, por el contrario de mi amiga JP no sabía, no tenía ni la menor idea de en qué se estaba metiendo cuando al igual que ella decidió abrir su corazón, la diferencia es que ella encontró muchas cosas en el closet de su ex pareja y JP no encontró nada. Nada. A los gays nos interesa mucho la imagen, no solo queremos enamorarnos, como cualquier persona, también queremos que nuestra pareja sea algo así como Brad Pitt (en los 90s), con la personalidad de Robert Dawney Jr., el corazón de Nelson Mandela, la elegancia del rey Felipe, la potencia sexual de un actor porno (y el tamaño obviamente) y queremos que sea fiel como la mejor de las mascotas, no tanto para ser felices como para presumir de él. Y Aunque JP reúne muchas de esas cualidades como cualquier persona también tiene muchos defectos y bastantes necesidades, sobretodo de afecto. Cuestión que este nuevo pretendiente no sabía manejar y decidió dar un paso al costado cuando ya había entrado por la puerta y sin limpiarse los pies, lo que dejo a JP no solo desilusionado sino con la mala idea de que tal vez había algo malo con su persona, lo cual y sin ninguna subjetividad, debo negar. JP es alguien que sabe reinventarse como nadie, pero al igual que K creo que esta experiencia le servirá para estar más atento, las antenitas de vinyl detectaran más fácilmente la presencia del enemigo a partir de ahora.

Uno podría simplificar las cosas diciendo que no se puedo juzgar a un libro por su portada, pero como alguien que ve todo en gris, debo decir que es más complicado que eso. Cuando decides abrir tu corazón a alguien debes comprender que de alguna manera eso te va a costar, ya luego sabrás si los beneficios superan al costo, pero de todas maneras sucederá. La cuestión también está en que si no lo haces siempre estarás pensando en lo que hubiera sucedido sino. Yo sabía que si le contestaba esa llamada a F todo iba a cambiar y así sucedió, siempre digo que él no llego a mi como una brisa fresca sino como un huracán, pero sino lo hubiera tenido en mi vida nunca hubiera aprendido no a sobrevivir a los huracanes sino a estar más prevenido para los que vengan. No sé si K y JP sean mejores personas ahora, pero sí sé que son más inteligentes en cuanto al amor respecta y eso es algo que uno logra luego de un traspié, no, lo logra cayendo de cara en la calle y en medio de una multitud.

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