jueves, 9 de julio de 2009

El diablo viene de Chile

La primera vez que lo vi pensé que me causaría ese efecto que suelen causar las personas que de una manera tendrán un papel importante en la vida. Ósea: Problemas. Sus casi dos metros de altura no eran suficientes para contener un ego del tamaño del universo y que por supuesto trataba de ocultar con mucho esfuerzo. Sus palabras medidas, bien pensadas, típicas de un ejecutivo, el uso del plural y primero felicitar para luego criticar, me hicieron pensar que estaba presenciando la versión chilena y un poco mas edulcorada de Miranda Priest (The devil wears Prada), aunque con camisa Cacharel y reloj Emporio Armani.
Era obvio que él venia a cambiar las cosas aunque significara que rodaran cabezas, por decisión suya o por efecto de la presión. Identificaba en él esa necesidad (mía) de ser el centro del universo. No importa lo que tu opines o lo mucho que hallas trabajado en algo. Lo importante es la subjetividad con la que emitirá su veredicto finalmente. Con él no existe el menos es mas, mas nunca es suficiente y mientras mas grande mejor, como si no se trata de buscar un equilibrio artístico a algo tan banal como una tienda de departamentos, si no gritar por todos lados, algo que es mas que obvio: Vendemos cosas. Si la experiencia de comprar se ha vuelto el principal gancho de la venta en este momento ¿No deberíamos volver al Glamour y no tanto a la fila de carteles de DiasR ? Andy Wharhol decía que en el futuro los museos parecerán tiendas por departamentos y viceversa. Entonces me preguntaba cada viernes cuando recibía toneladas de material POP si en verdad había algo artístico o al menos creativo en ello.
Debo decir que siempre he trabajado mejor bajo presión, así que supongo que debo agradecer haber aprendido un poco a exigirme a mi mismo, pero creo que no me convencía su opinión final, a veces me ponía a pensar si tenía que ver con su estado de animo mas que con su sentido de lo estético. Por eso me dejaba llevar mas por la apreciación de las personas que creo son más entendidas en la materia, con las que tengo una empatía sin pisca de condescendencia.
Siempre he creído que todo es imagen, una buena amiga decía que no solo hay que ser también hay que parecer y en su caso es tal cual, es tan importante hacer un buen trabajo como saber venderlo, lo que por supuesto esta bien, siempre y cuando no termines sin querer queriendo apropiándote de la idea de un subalterno. Mi ex Jefe se caracteriza por gritar a los cuatro vientos todo lo que hace o se le ocurre, usa frases hechas y siempre dice: mi equipo, casi como si dijera mis alumnos. Tal vez por ello pensando que necesitaba otro tipo de profesor uno que supiera más de motivación y menos de tareas interminables, dije: alamos!! No me parece sincero cuando alguien te dice: me gusta, te felicito, pero… No. La cuestión no es así, si no estas de acuerdo simplemente dilo, que me doren la píldora o que me traten como alumno de primaria, es mas insultante que una desaprobación, siempre y cuando, claro, tengas argumentos para ella.
Es posible que él logre ese éxito que esta buscando y que un grupo de gente ve, pero también es cierto que si has perdido 6 personas en tres meses de un equipo de treinta, ¿algo tiene que estar mal no?

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